El Picasso de París reabre tras cinco años cerrado por obras
La nueva etapa nace marcada por un polémico cambio de
director
La intervención ha costado 52 millones, 33 más de lo
previsto
La inauguración del museo el próximo sábado contará con la presencia de François Hollande. La última planta del museo acoge la colección particular del
artista, con nombres como Cézanne, Gauguin, Degas, Matisse, Braque, Renoir,
Modigiliani, Balthus o Miró. “Uno es lo que conserva”, dejó dicho Picasso. Dan
fe de ello los 200.000 documentos que dejó al fallecer. Este archivo, ha
prometido el director del museo, formará parte de un nuevo centro de
investigación picassiana. Las expectativas de esta larga y tortuosa reapertura
son elevadas. El renovado museo espera atraer entre 700.000 y un millón de
visitantes durante el próximo año.
El lugar volverá a abrir sus puertas el día en que el pintor
hubiera cumplido 133 años. Cuando el renovado Museo Picasso de París quede
inaugurado el próximo sábado, habrán transcurrido cinco años desde que las
cerró por necesidad imperiosa de renovación. En ese intervalo, todo lo que
podía ir mal ha acabado yendo lo peor imaginable. Para empezar, las obras
costaron 52 millones de euros, mucho más que los 19 previstos. La diferencia
tuvo que ser sufragada por exposiciones itinerantes organizadas con urgencia,
que sacaron partido a una impresionante colección de 5.000 pinturas, dibujos y
escultura, considerada la más completa y variada del planeta, fruto de las
donaciones de la familia Picasso tras la muerte del artista.
Cuando todo estaba a punto para la inauguración, prevista
para junio tras varios retrasos, estalló otro problema. La directora del museo,
Anne Baldassari, que había orquestado la renovación desde 2005, fue destituida
por el ministerio de Cultura para poner fin al violento conflicto que la oponía
a gran parte de su equipo. La mitad del personal, más la totalidad de los
conservadores del museo, exigían su despido por la brutalidad de sus métodos y
el “clima de miedo” que había instalado en el museo, según un informe interno.
El ministerio pospuso la inauguración a esta semana y nombró a un nuevo
director, Laurent Le Bon, prestigioso conservador procedente del Centro
Pompidou.
La paz parecía restaurada, hasta que llegó una nueva entrega
de esta saga, seguida como un culebrón en el pequeño círculo del arte en París.
Baldassari contraatacó, apoyada por el hijo del pintor, Claude Picasso, quien
insinuó que no cedería al museo ciertas obras y documentos si no era ella quien
pilotaba el nuevo proyecto. La exdirectora amenazó con denunciar a los nuevos
responsables del museo si exponían su reordenación de la colección del Picasso,
que respondía a un trabajo científico desarrollado en los últimos años.
Finalmente, se llegó a un acuerdo in extremis. La primera presentación sería la
suya, mientras que Le Bon trabajaría en otros proyectos de cara a 2015.
Entre tanto ruido y furia, se había olvidado que lo
primordial era lo que el visitante se encontraría dentro del Hôtel Salé,
palacete del alto Marais así llamado por haber albergado negocios de comercio
de sal en el siglo XVII, convertido en sede del museo desde 1985. Baldassari,
reputada especialista que había conducido toda su carrera en este museo,
deambulaba ayer por sus salas evitando dar explicaciones sobre el conflicto y
defendiendo una creativa ordenación de 400 obras de esta colección, que es
cronológica y temática a la vez, pero evitando ser ni una cosa ni la otra. En
cambio, ni rastro de Le Bon, oficialmente retenido por una reunión del consejo
científico del museo.
El itinerario creado por la exdirectora aspira a dialogar
con la obra de Picasso de una manera novedosa. Prescinde de largos textos
explicativos y bloques claramente diferenciados y propone que el visitante
navegue por sus salas sin atosigarlo en exceso. Los fanáticos de las
explicaciones las encontrarán en una guía que acompaña la visita. El resto
puede limitarse a comparar técnicas, colores, motivos, volúmenes y disciplinas
en un recorrido fluido y libre. Los retratos femeninos aparecen en una pieza y
los masculinos, en la sala vecina. Otra agrupa los cuadros que reflejan el
encuentro amoroso, como El baile aldeano y Los enamorados, pintados entre los
años diez y veinte. Más allá, los desnudos aparecen reflejados en cuadros de
distintas épocas pero idéntico erotismo.
Sin decirlo en voz alta, el museo recorre la integralidad de
su trayectoria: las monocromías pintadas en los periodos rosa y azul, la breve
pero intensa tentación del primitivismo y su más conocida adhesión al cubismo,
el giro de los cincuenta y sesenta —cuando Picasso empieza a trabajar con
objetos encontrados, cualificado por Baldassari como “sus años pop”— y la
temática bélica ante los grandes cataclismos de su siglo, que reprodujo en un
puñado de memento mori llenos de bombardeos y otras atrocidades. En una de las
salas, su óleo de denuncia a la actuación estadounidense en la guerra de Corea
—pintado a inicios de los cincuenta, contemporáneamente al conflicto— tiene de
vecino a un gato que despedaza a un pájaro. Al leer la cartela, se descubre que
fue pintado en 1939.
Así termina el primer acto de la nueva historia de este
museo. Mientras tanto, Le Bon trabaja en otro proyecto de cara al año próximo,
que consistirá en observar la influencia de Picasso en sus herederos. “La idea
no es tanto invitar a artistas de hoy, aunque también, como observar a Picasso
con una mirada contemporánea”, ha dicho el director. Hasta ahora responsable
del Pompidou de Metz y artífice de las exposiciones de Jeff Koons y Takashi
Murakami en Versalles, Le Bon promete experimentos todavía más iconoclastas que
los de su predecesora.
Fuente de la noticia: El País
SFN67
Es un museo extraordinario. Espero poderlo visitarlo de nuevo después de su reapertura.
ResponderEliminar