El Museo de Bellas Artes de
Valencia ofrece un discurso completo de la pintura valenciana desde el siglo
XIV hasta nuestros días. Se fundó en el año 1837, en la actualidad constituye
el referente museístico más importante de la Comunidad Valenciana. Está formado
por una gran pinacoteca y un amplio fondo de dibujos, grabados, escultura,
piezas arqueológicas y fragmentos arquitectónicos, además de algunos objetos de
arte mobiliar de épocas pasadas. Destaca por su calidad, la completa colección
de tablas góticas. Además el museo alberga uno de los patios renacentistas más
importantes del siglo XVI, el patio del embajador Vich.
Juan de Juanes. Las Bodas místicas del Venerable Agnesio
Nicolás
Juan de Juanes fue el pintor
de mayor relevancia en la Valencia de su época. Representante del Renacimiento
valenciano en una época ciertamente convulsa por motivos religiosos y
políticos, De Juanes consiguió crear un estilo propio y unos tipos
iconográficos que serían repetidos por sus seguidores. Provocó un cambio en la pintura valenciana y
es el mejor representante de este ambiente prerreformista de mediados de siglo
XVI. Dedicado fundamentalmente a la iconografía religiosa, entre sus obras
destacan La Santa Cena, San Sebastián en
la sinagoga, La Sagrada Familia, el retablo de la Iglesia de La Font de la
Figuera, Asunción de Nuestra Señora, las Bodas místicas del Venerable Agnesio,
el retrato del Venerable donante y La Inmaculada Concepción, que es
considerada como su obra maestra, como predecesora de la tipología iconográfica
que Francisco Pacheco.
Es una de las obras más
importantes que conserva el museo. Las bodas místicas eran temas muy típicos en
Renacimiento valenciano, era una manera de entregarse a otra persona desde el
punto de vista religioso. Tiene un formato muy peculiar, un formato apaisado
dividido en tres grupos, en el centro aparece la Virgen de los Desamparados,
junto a San Juan Bautista que le acompaña un cordero, el niño Jesús que
sostiene una cruz, San Juan Evangelista que está escribiendo en un libro que
sostiene un águila y, junto a ellos aparecen dos Santos Inocentes que están
degollados e intentan trepar por la cruz. Se trata de un tipo de composición enormemente
equilibrada y de un tono amable, pero
también es verdad que no hay una integración entre las figuras y el paisaje.
Llama la atención la perspectiva aérea propia del arte italiano.
Este cuadro fue pintado en
memoria del Venerable Agnesio que aparece en el lado izquierdo, colocando el
anillo del desposorio a Santa Inés, por la que sentía gran devoción. A la
derecha aparecen Santa Dorotea y San Teófilo, quien era un pagano que se convirtió
a la fe cristiana, la santa le entrega unas granadas. Todo el cuadro es un canto hacia la pureza virginal según reza el lema en lo alto: “La
cruz es para los inocentes camino hacia las coronas floridas”.
Joan de Joanes, muestra en
esta obra el testimonio más italianizante de su producción con una fuerte
impronta rafaelesca. Supo aunar la universalidad del Renacimiento italiano con
el carácter local de su iconografía al introducir al Venerable Agnesio, hombre
de gran cultura y santidad que fue tutor de los condes de Oliva.
Nicolás Borrás Falcó. Sagrada Familia con Santa Ana
Borrás Falcó era un fraile
jerónimo y discípulo de Juan de Juanes, realizó el retablo dedicado a Santa Ana
para el monasterio de Cotalba en el que se incluía esta escena. Se trata de un
formato de Sagrada Familia en el que se incluye la figura de la madre de la
Virgen, quien establece una tierna comunicación con su nieto a través de las
miradas. Las figuras exhiben un carácter clásico y monumental, al tiempo que el
tornasolado de las telas, las baldosas y el paisaje de fondo recuerdan la
influencia de su maestro.
Virgen de la Leche Bartolomé
Bermejo.
Esta obra procede al parecer de un retablo
dedicado a la Virgen de la Leche en la iglesia del convento de Santo Domingo de
Valencia. La impronta flamenca se advierte en el realismo con que están
tratadas la indumentaria y las joyas. La expresión de espontaneidad y viveza
del rostro del divino infante, que mira al espectador dejando caer gotas de
leche materna por la comisura de los labios, sintoniza con la caracterización
de los afectos en la producción de Bermejo.
Francisco de Goya y Lucientes. Retrato de doña Joaquina Candado
En el verano de 1790, Goya
retrata a su ama de llaves Joaquina Candado, durante su estancia en Valencia
junto a su esposa, Josefa Bayeu. Goya aúna el retrato y el paisaje con una gran
armonía. El tronco donde se asienta la figura, los arbustos verdinegros y el
cielo oscuro que envuelve a la retratada, logran destacar la calidad de las
gasas negras del vestido y de la mantilla, realzando la belleza de su
rostro. Las leves notas de color en los
guantes amarillos, en la orla del vestido y en los zapatos ayudan a crear un
correcto equilibrio plástico.
Joaquín Sorolla nació en 1863 en
Valencia, inició su aprendizaje artístico en 1877 con el escultor Cayetano
Capuz para después formarse en la Escuela Superior de Bellas Artes de San
Carlos. Desde su juventud se interesó por la pintura al aire libre, con la que
trataba de captar la luminosidad mediterránea, tanto en la huerta valenciana
como en la playa, al igual que hicieron los impresionistas franceses. Completó
su educación en París y Roma y, tras volver a España, en 1890, se afincó en
Madrid, donde empezó una trayectoria jalonada de éxitos, premios e importantes
encargos. Entre sus temas preferidos destaca su dedicación al paisaje
levantino, de ambiente costero, siempre con presencia humana, que plasma con un
protagonismo absoluto de la luz. Normalmente a Sorolla se le ha vinculado con
el Impresionismo, esto no es verdad porque cuando el Impresionismo estaba en
declive y los artistas comenzaron a poner en cuestión las bases de este
movimiento, Sorolla empezó a pintar. De hecho, cuando visitó a Paris los
artistas que más le llamaron la atención no fueron los impresionistas, sino los
escandinavos que l fascinaron con sus cuadros en los que luz tenía una gran importancia. Pero también
es verdad que su pintura se parece a la de los impresionistas, aunque no tenía
vínculos con ellos.
Joaquín Sorolla y Bastida. Grupa Valenciana
Este cuadro es especialmente
significativo por la representación de identidad de lo valenciano. En esta obra
Sorolla retrata a sus hijos, Joaquín y María, ataviados con el vistoso traje
típico de fiesta de los labradores valencianos. El atuendo, junto al caballo
ricamente enjaezado y la frondosidad de la vegetación, dan el tono barroco y de
luminosidad que tanto éxito tuvo en la sociedad de su época.
Joaquín Sorolla y Bastida. Academia del natural
Este cuadro corresponde a la
etapa de Sorolla como pensionado en Roma por la Diputación de Valencia donde
realizó varias academias. Estos trabajos obligados de pensión se presentaban regularmente
a la institución benefactora que controlaba los progresos de los jóvenes pensionados. Ofrece un desnudo infantil con una pose
desenfadad, presentando una factura sutil donde la luz desempeña un papel
protagonista que presagia otras obras del autor.
SFN67
SFN67
Has dedicado una entrada al Museo de Bellas Artes, que es una de las pinacotecas más importantes. Has hecho la selección de algunas de las obras más destacadas. Hubiera agradecido, no obstante, algún comentario tuyo personal sobre las mismas.
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